A mediados del siglo XIX, las
ciudades españolas de Ceuta y Melilla sufrían constantes agresiones por parte
de los rifeños, alentadas por el Sultán de Marruecos. Ante esta situación, España
decidió materializar la defensa de los límites de Ceuta mediante la construcción de una serie de fuertes como había sido pactado en el Convenio de Larache.
1860. Bandera del 2º batallón del Regimiento Córdoba nº 10.
(Recreación)
El ejército expedicionario español que partió de Algeciras, estaba compuesto por unos treinta y seis mil hombres, sesenta y cinco piezas de artillería y cuarenta y un navíos entre buques de vapor, de vela y lanchas. O'Donnell dividió las fuerzas en tres cuerpos de ejército en los que puso al frente a los generales Ramón de Echagüe (1º), Juan Zavala de la Puente (2º), y Antonio Ros de Olano (3º). También formaban parte del ejército expedicionario la División de Reserva bajo el mando del general Juan Prim y una división de caballería al mando de Felix Alcalá-Galiano.
Los objetivos fijados eran incrementar y asegurar el área de dominio de Ceuta, la toma de Tetuán y la ocupación del puerto de Tánger. El 17 de diciembre se iniciaron los combates por la columna mandada por Zabala que ocupó la Sierra de Bullones. El día de Navidad los tres cuerpos de ejército habían consolidado sus posiciones y la defensa de Ceuta, y esperaban la orden de avanzar hacia Tetuán.
La División de Reserva del general
Prim será la encargada de marchar en vanguardia y abrir camino. El
general con sus tropas penetran en el
valle de Castillejos avanzando decididamente, con el apoyo al flanco del general
Zabala y el de la flota, que mantenía a las fuerzas enemigas alejadas de la
costa. Consigue llegar hasta el fondo
del valle estableciéndose en las alturas que lo cierran. Pero pronto los moros
inician continuos contraataques empeñando fuerzas muy superiores en número a
las españolas. La lucha se recrudece en torno a la casa del Morabito.
Las líneas españolas empiezan a
ceder ante la gran cantidad de fuerzas que contraatacan. Dos batallones del
Córdoba pertenecientes al 2º cuerpo son enviados a reforzar a Prim. Al llegar
dejan sus mochilas en la ladera de un montículo y entran en acción. Pero la
continua llegada de fuerzas marroquíes hacen retroceder a las fuerzas
españolas, quedando las mencionadas mochilas en campo contrario. La lucha
continúa. El general Prim no deja de arengar e impulsar continuamente a sus tropas, pero la línea española cede
poco a poco, no consiguiendo frenar el empuje enemigo. Es el momento crítico de la batalla, cuando de repente, Prim ve
ondear ante sus ojos la bandera nacional que lleva el abanderado del 2º
batallón del Córdoba y tomándola en su mano gritó:
¡Soldados! Vosotros podéis abandonar esas
mochilas, porque son vuestras; pero no podéis abandonar esta bandera porque es
la de la patria. Yo voy a meterme con ella en las filas enemigas…. ¿Permitiréis
que el estandarte de España caiga en poder de los moros? ¿Dejaréis morir solo a
vuestro general?..... ¡Soldados!.... ¡Viva la reina!”[1].
Enarbolando la bandera se lanzó contra el enemigo. Al grito de ¡Viva nuestro General¡, los batallones del
Córdoba siguen a Prim y con renovados bríos consiguen frenar el empuje enemigo y
hacerle retroceder. Instantes después, llega
el general Zabala con los batallones Arapiles, Saboya, León y Simancas de
refuerzo. Las posiciones se han mantenido. Todavía habría un postrero asalto de los
moros, que serían nuevamente rechazados. Sobre las 16:00 la división de Prim es
relevada por la división Orozco. La victoria se había conseguido.
1860. General Prim en
Castillejos.
Después se sucedieron otras victorias
en Tetuán (4 de febrero de 1860) y Wad-Ras(23 de marzo de 1860). Y tras
un periodo de armisticio de 32 días, se firmó el Tratado de Wad-Ras en Tetuán
el 26 de abril, por el que España ampliaba el territorio de Ceuta y Melilla y
recibía el pequeño territorio de Santa Cruz de Mar Pequeña (Ifni) para
establecer una pesquería, además, Marruecos pagaría una indemnización de guerra,
y hasta que esta última se hiciera efectiva Tetuán era cedida a España.
Con la acción de la bandera el
General Prim enardeció a las tropas para que dieran el empuje definitivo. La
bandera es el símbolo de la Patria, sobre la que se jura defenderla y
representa el espíritu y el prestigio de la unidad, y perderla frente al
enemigo constituye un deshonor. Este tipo de acciones de defender la bandera hasta el último aliento para que no caiga en poder del enemigo, y de alentar a las tropas
con la bandera y son una constante en los ejércitos desde la época de los romanos
con sus estandartes. En la historia de España cabe reseñar por ejemplo, que en
los gloriosos tercios de los siglos XVI y XVII las "compañías o capitanías" también
eran conocidas con el nombre de "banderas", ya que en torno a las mismas se
organizaba el reclutamiento, y en combate ocupaban
el centro de la formación agrupándose
los tercios en torno a ellas. Esta tradición es actualmente conservada
por la Legión y la Brigada Paracaidista cuyos batallones son denominados
banderas.
Estos hechos muestran el profundo
sentimiento que une al soldado con su bandera, en la que proyecta su profundo
amor a la patria y sobre la que ha jurado defenderla hasta la última gota de su
sangre.
LA BANDERA DEL 2ª BATALLÓN DEL REGIMIENTO CÓRDOBA nº 10.
La bandera protagonista de estos
hechos, perteneciente al 2º batallón del Regimiento Córdoba nº 10, quedó en
poder del propio general Prim, y después de su muerte, pasó a manos de sus
descendientes.
Las banderas de las unidades
militares de aquella época respondían al modelo de bandera nacional aprobado
por el Real Decreto de 1843, es decir con los colores rojo y gualda, llevando
en su centro el escudo de las armas reales sobre el aspa de Borgoña y con un
lema alrededor en letras negras que expresaba el arma, el nombre y número del
regimiento y del batallón.
El 24 de octubre del año 1984,
Don Rafael Muñoz Areños, heredero legítimo del general Prim, donó la bandera
original de la batalla de Castillejos a la Academia de Infantería en un emotivo
y sencillo acto en el patio de la academia en el cual la bandera del 2º
batallón de Regimiento Córdoba nº 10 fue
recibida con todos los honores y ocupó un puesto en formación junto con la bandera de la Academia de
Infantería, ambas portadas por dos alféreces cadetes del arma.
La bandera fue colocada en un
cuadro y expuesta en el museo de la Academia.
Al cumplirse el II centenario del nacimiento de Juan Prim el Museo del Ejército organizó la exposición «Juan Prim y
Prats, de soldado a Presidente» celebrada del 25 de noviembre del 2014 al 12 de
abril del 2015. El Museo del Ejército con las exposiciones que realiza
pretende el doble objetivo de conservar y difundir el
patrimonio, y para llevarlo a cabo además de la difusión que se realiza con la
propia exposición, se han restaurado de
cinco banderas relacionadas con la vida del
General Prim: la del Regimiento de Infantería Zamora, la primera unidad de fuerzas
regulares a la que fue destinado durante la 1ª guerra carlista; la bandera del 1er Batallón
del Regimiento de Infantería Albuera nº 26; una bandera marroquí que fue tomada en
la batalla de Castillejos por el Cabo de Húsares de la Princesa Pedro Mur; otra
bandera marroquí que ondeaba en la Alcazaba de Tetuán al ser conquistada; y, la más
importante y destacada, la del 2º Batallón del Regimiento de Infantería Córdoba
nº 10, que enarboló Prim en la batalla de los Castillejos, protagonista de este
relato.
Actualmente la bandera restaurada
preside la sala del General Prim del museo de la Academia de Infantería de
Toledo dedicada a este insigne militar y político. La presencia de esta bandera, su significado
y su historia constituyen una inspiración constante para todos los alumnos que
se forman en la academia.
Bandera de 2º batallón del Regimiento Córdoba nº 10.
Batalla de Castillejos 1860.
Museo Academia Infantería.
[1] Pedro
Antonio de Alarcón. “Diario de un testigo de la guerra de África”. Editorial Gaspar y Roig. Madrid, 1859.