domingo, 11 de julio de 2021

General Millán Astray. Fundador de la Legión.


José Millán-Astray nació en La Coruña el 5 de julio de 1879.

Ingresó el 30 de agosto de 1894 en la Academia de Infantería de Toledo, donde siguió el programa de estudios abreviado dispuesto por el Gobierno para atender las necesidades de oficiales de los conflictos de Ultramar (Cuba y Filipinas), graduándose con apenas diecisiete años como teniente segundo y sirviendo después en el regimiento de infantería Asturias nº 31 Madrid. El 1 de septiembre de 1896 ingresó en la Escuela Superior de Guerra, en la que interrumpió sus estudios para incorporarse como voluntario a un batallón expedicionario que zarpa para Filipinas. Durante su estancia en las islas se distingue por su valor, especialmente por su actuación en la defensa, con 17 años, de la población de San Rafael con treinta hombres contra un número muy superior de rebeldes tagalos, hecho que le vale la Cruz de Orden militar de María Cristina.

A su regreso a España reingresó en la Escuela de Guerra, donde obtuvo el Diploma del Estado Mayor.

Tuvo la idea de crear un cuerpo de voluntarios extranjeros a semejanza de la Legión Extranjera Francesa, y fue a Argelia a estudiar in situ el funcionamiento de dicho cuerpo del ejército francés. El ministro de la Guerra general José Villalba Riquelme manda fundar la Legión por orden del 28 de enero de 1920 con el nombre de Tercio de Extranjeros, nombrado como su primer jefe al teniente coronel Millán-Astray. El entonces comandante Francisco Franco fue el jefe de la Primera Bandera y su lugarteniente.

Durante la guerra de Marruecos sufrió cuatro graves heridas:

·   La primera se produjo el 17 de septiembre de 1921 en el barranco de Amadí, donde es herido en el pecho cuando estaba dando órdenes para la toma de Nador.
 
·   La segunda el 10 de enero de 1922 después del combate de Draa-el Asef, donde se estableció el "bloqueo Gómez Arteche". Al ser relevado por el teniente coronel González Tablas fue herido en una pierna mientras se retiraba.
 
·  La tercera sucedió el 26 de octubre de 1924 cuando, ascendido a coronel y camino del Fondak de Ain Yedida para tomar el mando de la "columna R´gaiga", encontró la carretera cortada por el fuego enemigo. Cuando se aproximó a primera línea para arengar a los soldados del Batallón de Burgos recibió un disparo que le destrozó el brazo izquierdo. Dicho brazo le fue posteriormente amputado al habérsele diagnosticado gangrena.
 
·  La cuarta herida la sufrió el 4 de marzo de 1926 cuando se encontraba al mando de una columna, entabló combate con el enemigo y consiguió tomar "Loma Redonda", dando orden de fortificarla. Mientras examinaba los primeros puestos recibió un disparo en el rostro que le destrozó el ojo derecho y le produjo desgarros en el maxilar y en la mejilla izquierda. A causa de esta herida perdió dicho ojo y sufriría de vértigo durante el resto de su vida cada vez que giraba la cabeza.

Durante la Guerra Civil Española tuvo un papel secundario siendo nombrado jefe de la Oficina de Prensa y Propaganda, fundando en 1937 Radio Nacional de España.

Tras el final de la contienda Millán-Astray, dirigió el Cuerpo de Mutilados.

Fallece a los setenta y cuatro años de edad, el 1 de enero de 1954, en su domicilio de Madrid.

Figura:

La figura, de 65mm., pertenece al catálogo de “El Viejo Dragón”, referencia TGC-07

Millán-Astray lleva guerrera con las divisas de general y fajín rojo de su empleo, pero también lleva las de coronel, como coronel honorífico de la Legión por ser su fundador. 

Luce en el pecho la medalla militar individual y lleva el distintivo de permanencia en la Legión, y en la manga izquierda se pueden apreciar los distintivos de sus cuatro heridas de guerra.

lunes, 5 de julio de 2021

Soldado de Infantería del Ejército Popular de la República. 1937

La tarde del 17 de julio por  se produce el alzamiento en las guarniciones de África y el día 18 se va extendiendo por toda la península. En los momentos iniciales el Gobierno de Casares Quiroga intentó desbaratar el pronunciamiento destituyendo a los generales sospechosos y sustituyéndolos por generales de confianza, pero no da resultado.

A los partidos y sindicatos de izquierda estas disposiciones iniciales les parecieron insuficientes y extendieron la proclama de “armas para el pueblo”, pidiendo que se armara de inmediato a las milicias socialistas y comunistas y a los afiliados a sindicatos, en un proceso de identificación del pueblo con los frente-popularistas. Pretendían aplastar la sublevación e iniciar al mismo tiempo su revolución, cuyo primer capítulo fallido había tenido lugar en  octubre de 1934.

En Asturias y León se da orden de armar a las milicias. En Madrid el Teniente Coronel Gil, Jefe del Parque de Artillería, desoyendo las órdenes recibidas reparte armas entre las milicias de izquierda.

Por un decreto del 18 de julio de 1936, el gobierno de Casares disolvió todas aquellas unidades militares que habían tomado parte en el movimiento insurreccional. Y por otro decreto de ese mismo día licenciaba a la tropa de todas aquellas unidades cuyos cuadros de mando se hubieran alineado en contra del gobierno republicano. Con estas disposiciones se prescindió de un número respetable de fuerzas militares que hubieran resultado muy útiles en las primeras semanas de la guerra.

El gobierno de Casares, desbordado por la situación, dimite la tarde del 18 de julio. Un nuevo gobierno dirigido por Martínez del Barrio intenta hacer desistir a los sublevados intentando negociar con ellos, pero al no conseguirlo dimite también.

Es nombrado un nuevo gobierno a cargo de Giral, cuya primera disposición es armar a las milicias de los partidos del frente popular. 

La fuerza miliciana se componía de una serie de columnas que partían hacia los distintos frentes sin coordinación alguna obedeciendo tan solo las consignas de su organización política o sindical. En el Ministerio de la Guerra se creó, el 8 de agosto, la Inspección General de Milicias para intentar ordenar la situación caótica de las mismas, intentar coordinar sus esfuerzos y avituallarlas correctamente.

El 4 de septiembre dimite el gobierno de Giral y da paso a un gabinete dirigido por Largo Caballero, que además asume el ministerio de la guerra.

El hecho de que el alzamiento fuera dirigido por militares, junto con el sentimiento antimilitarista de las fuerzas de izquierda, y la falsa sensación de superioridad que cundió al reducir en ciudades importantes los focos de alzados miliares durante los primeros momentos, hizo que se desconfiara de los militares y que se pensara que un conjunto de fuerzas de milicianos revolucionarios sería suficiente para dominar el alzamiento y hacerse rápidamente con el control de la situación. Pero pronto, la realidad hizo ver que un conjunto de fuerzas de milicias no era suficiente para hacer frente a las columnas nacionales, que la guerra no era cosa de pocos días y que para poder vencer había que organizar un ejército disciplinado, instruido y un mando único que dirigiera todos los esfuerzos bélicos en un mismo propósito.

En el seno del gobierno y en el partido comunista se llegó pronto al convencimiento de que sin un ejército organizado y disciplinado, no se podía afrontar la guerra. Pero la militarización chocaba de frente con la ideología de las distintas organizaciones de izquierda que habían organizado sus milicias, y pretendían, cada una, de ellas llevar a cabo su propia revolución.

En octubre de 1936, el gobierno republicano inició el proceso de reorganizar sus fuerzas armadas sobre la base de las unidades y cuadros militares que habían permanecido leales, al tiempo que refundía las milicias en unidades regulares del nuevo ejército.

Para hacerlo poco a poco se pasó a los oficiales y clases de milicias a la escala activa del ejército. Se movilizó también a la quinta de 1932 a 1935, con lo cual los milicianos de dichas quintas se integraban directamente en el ejército.

Además para paliar también el rechazo a la reorganización en un ejército regular, el 16 de octubre, se creó la figura del comisario político que estaría presente en todas las unidades.

Como base de esta nueva organización, el 18 de octubre de 1936, se crearon las Brigadas Mixtas en base a cuatro batallones de infantería, junto con artillería, ingenieros, carros y blindados, caballería, sanidad. intendencia y transmisiones. De esta manera nacía el Ejército Popular Republicano.

La 1ª y 3ª Brigada Mixta entrarían en combate precipitadamente en la Batalla de Madrid, donde partidos y sindicatos movilizaron a todos sus miembros a alistarse al ejército.

Coincidiendo con el final del asalto a Madrid, para el mes de diciembre ya se hallaban en servicio quince brigadas, incluyendo las XI y XII Brigadas Internacionales.

Se estableció también un nuevo tipo de saludo con el puño cerrado y unas nuevas divisas de mando para de esta manera marcar diferencias con el anterior ejército regular.

A finales de noviembre se organizaron las Brigadas Mixtas en divisiones, y a finales de año se crearon cuerpos de ejército.

En la Batalla del Ebro, en 1938, el ejército republicano alcanzaría su nivel máximo de organización y su máxima operatividad.

Con excepción de algunos jefes milicianos, como Modesto o Lister, que se habían preparado en academias de Moscú, la mayoría de ellos adolecían de los conocimientos militares necesarios, lo cual condicionó siempre el desarrollo de las operaciones.

Durante los primeros meses, los soldados no recibían ropa ni armas o municiones suficientes, pero poco a poco se fue paliando la situación.

La uniformidad durante la Guerra Civil no fue excesivamente rígida, especialmente en el ejército republicano. Era habitual la incorporación de prendas de todo tipo para paliar la escasez de vestuario reglamentario, en especial prendas de abrigo.

Figura:

La figura es del catálogo de Miniaturas Beneito en 54mm. y representa un soldado del Ejército Popular de la República.

En este caso, lleva una uniformidad reglamentaria.Lleva en bandolera una manta o capote, práctica muy extendida en ambos bandos durante la guerra.

 


jueves, 1 de julio de 2021

Cabo de Infantería con capote-manta. Guerra Civil. 1936-39

El capote-manta fue una prenda de abrigo muy típica del Ejército Español.

Se oficializó su uso en el reglamento de 1926, aunque anteriormente era parte de la uniformidad de la Legión desde su fundación y su uso estaba muy extendido en el ejército de África. Su origen se remonta a las tropas que combatieron en las sucesivas guerras de independencia hispanoamericanas.

Era una prenda impermeable y bastante cómoda, que consistía en un rectángulo de paño con una abertura para la cabeza, a menudo con el cuello forrado piel de cordero. Incluía también capucha.

El capote-manta fue una de las prendas más características de la guerra civil. Era usado desde los generales hasta la tropa, usando los oficiales, generalmente, un modelo abierto por delante y forrado de paño blanco y con cuello de piel, mientras que la tropa utilizaba un modelo cerrado tipo poncho.

Llevaba el emblema de Cuerpo o Arma sobre un rombo a la altura del bolsillo izquierdo superior de la guerrera, aunque durante la Guerra Civil se colocó sobre un rectángulo e incluso directamente bordado sobre el capote. Justo encima de este rombo llevaban el distintivo de empleo.

Normalmente se llevaba por encima del equipo para protegerlo de la lluvia. Pero también era habitual que se colocara el correaje por encima lo que permitía más libertad de movimientos e incluso combatir con él.

Los tonos de la tela fueron muy variados durante la guerra, no faltando tonos pardos y grises, al ser confeccionados a partir de mantas.

Figura:

La figura, de 54mm., pertenece al catálogo de Mundiart referencia (NR-11) soldado de infantería con capote y manta 1936-1939.


Capote-manta Colección Legislativa del Ejército